A sus 25 años de edad, Nicolás Fernández reunía para sus compañeros todas las cualidades de un buen policía y tenía una prometedora carrera en este cuerpo en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, en su labor cotidiana descubrió que necesitaba armas muy distintas para aliviar las "almas turbulentas" y decidió hacerse sacerdote.
Nicolás, nacido en Staten Island de madre irlandesa y padre hispano, ha comenzado una formación de seis años en el seminario Saint Joseph de Yonkers. Llevaba dos años sirviendo como policía, cuando inspirado por las enseñanzas de Juan Pablo II y la visita de Benedicto XVI a Nueva York, cambió esta carrera por el servicio sacerdotal.
Nicolás Fernández recuerda que cuando era policía la gente acudía a él a presentarle sus problemas por el uniforme que tenía puesto. "Ahora, lo harán porque tendré una sotana de sacerdote", indicó.
El seminarista era patrullero del área playera de Brooklyn y estaba adscrito al cuartel 61. Su compañero de patrulla siempre le decía que podría llegar muy pronto al rango de teniente. "Pero esa era la última cosa que yo quería", indicó. "Me decidí por el sacerdocio influido por los discursos y exposiciones de Juan Pablo II sobre la cultura de la muerte que incluye miles de asesinatos, suicidios, homicidios y situaciones nacionales en las que los niños están siendo abandonados o son víctimas de maltratos en sus hogares a causa de las drogas", relató Nicolás.
"Para esas almas turbulentas, nunca tuve una solución externa como policía. Tiene que haber un cambio interior, un cambio en el corazón, y para eso es necesario ser sacerdote", concluyó.
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